Notas y Publicaciones

ACOMPAÑAMIENTO PSICOTERAPÉUTICO: Algunas reflexiones acerca de su función

El acompañamiento psicoterapéutico comenzó para nosotros siendo una alternativa a la internación psiquiátrica tradicional en una situación de crisis psicótica aguda. Actualmente su uso como terapéutica es muy vasto y se ha ampliado con el tiempo y la experiencia. Pero, como todo acto inaugural, esa primera puesta en escena de esta labor deja su marca, y a partir de ahí puede ir definiéndose tanto la función como las peculiaridades del acompañamiento psicoterapéutico.

Winnicott dice que en la psicosis, aunque aparezca siempre la amenaza de aniquilamiento, lo peor, el derrumbe, ya pasó. Con lo que nos encontramos es con un yo que ya hizo, ya trabajó alrededor de aquel derrumbe primero. No obstante la crisis (el brote, el intento suicida), es el razonamiento de aquel derrumbe. Ahí, en esa vivencia de aniquilamiento, desamparo y desesperación, es donde tenemos que operar.

Puede sernos útil para pensar el acompañamiento, la noción de apuntalamiento. En "Apuntalamiento y estructuración del psiquismo", René Kaës da la definición del verbo apuntalar, desde el diccionario alemán:

no mantenerse parado o sentado libremente, sino buscar apoyo con su cuerpo en una posición ligeramente inclinada contra un objeto firme (fijo, sólidamente colocado, sólido).

Una segunda acepción de anlehnen presenta: entornar, entreabrir (una puerta, una ventana). Finalmente, en sentido figurado, común en alemán, el verbo significa el hecho de seguir de cerca, inspirarse en (un modelo), modelarse sobre alguien o algo. Es interesante notar que esta tercera acepción procede por derivación metonímicamente del primer sentido: el apoyo "transforma" lo que sostiene, el continente modela el contenido.

Si la terapia psicoanalítica se "apuntala" en la transferencia, es cierto que la noción de apuntalamiento y su utilización no es privativa de la especificidad del acompañamiento. Pero para ir definiendo esta especificidad vamos a detenernos en esta primera acepción: "no mantenerse parado o sentado libremente, sino buscar apoyo con su cuerpo..." El cuerpo, la presencia va a tomar un rol principal.

En los tratamientos tradicionales, habitualmente, es el paciente el que se desplaza hacia el terapeuta y, habitualmente también, éste trabaja con las representaciones de la vida cotidiana que el paciente trae, descriptos con palabras, gestos, actos, vivencias y el mismo cuerpo.

Pero en nuestro caso, es el acompañante el que va hacia el paciente. Es él quien se acerca "suplementariamente" a la manera de los pies de la madre con los que camina el bebé, según la poética expresión de F. Doltó. Está en la cotidianeidad del paciente, en su espacio, construyendo con él el espacio transicional que no pudo ser, que por estar fallido imposibilitó que, al decir de P. Aulagnier, el yo haya podido llevar a buen puerto su recorrido identificatorio y, una vez pasada la infancia, abrir en abanico sus "espacios de catectización" en los que van a hallarse los destinatarios de sus demandas de placer. Para que el abanico se abra, las demandas de placer debieron ser apuntaladas y, en algún punto, satisfechas.

Es en un lugar de congelamiento muy primitivo del desarrollo libidinal en el que trabajamos con nuestros pacientes. Pero, a diferencia de las significaciones que la función materna hace de las expresiones corporales (el llanto, el pataleo), nosotros nos encontramos con un llanto y un pataleo que ya fue codificado (lo peor ya fue, el derrumbe ya pasó y el yo operó en consecuencia).

El trabajo es decodificar y volver a codificar, devolver las funciones primeras que fueron proyectadas (la percepción, la discriminación) y destruidas dentro del yo.

También el psicoanalista trabaja con ese objetivo. Lo específico del acompañamiento es la continuidad-contigüidad de los cuerpos. en la vida de todos los días.

El trabajo en el domicilio del paciente permite otro aporte: el de poder intervenir en el funcionamiento familiar.

Sabemos que los pacientes gravemente perturbados no lo son "a solas". Si bien hay cuestiones constitucionales que determinan una u otra respuesta al accionar de los objetos primordiales, de lo que se trata siempre es de un funcionamiento familiar.

El acompañante pivotea entre el trabajo individual (el a solas con el paciente) y el trabajo familiar. Su función implica la posibilidad de obtener valiosa información para el equipo terapéutico, como también intervenir en la vida familiar con la instrumentación aportada por el terapeuta responsable del tratamiento (de la familia o del paciente).

La multiplicidad de estímulos con los que trabaja el acompañante es muy grande. Esto hace de la tarea algo muy rico, como así también muy difícil.

El procesamiento de datos en simultáneo posibilita la comprensión y constituye la eficacia de esta función. Pero a veces, el bombardeo de estímulos paraliza el pensamiento. El analista tiene un dispositivo que hace a la especificidad y queda afuera la presencia física del entorno del paciente. El analista de familia trabaja con ese entorno corporal pero en su hábitat, el espacio laboratorio que es el consultorio. En el dispositivo del acompañamiento estos "espacios-cuerpos" se integran en una nueva dimensión, de ahí la importancia del trabajo en equipo.

En términos generales el pedido de acompañamiento lo realiza el terapeuta del paciente y es él quien plantea los objetivos a cumplimentar en concordancia con los lineamientos del tratamiento, es decir el qué; el cómo, la herramienta, el trabajo de la transferencia, lo pone el acompañamiento.

La integración de la tarea en equipo tiene dos aspectos fundamentales. Por una parte la comunicación entre los distintos canales: el equipo de acompañantes, el o los terapeutas, la familia a cargo. Por otro, el entrecruzamiento de los aspectos transferenciales jugados con cada uno de los acompañantes.

La particularidad vincular en psicosis tiene en la fragmentación y en la dependencia casi absoluta a un objeto único, sus rasgos predominantes.

La fragmentación, idealización-persecución, se repite en el equipo al modo de un espejo en el cual podemos intentar mirar, por el camino de la contratransferencia, el funcionamiento del psiquismo del paciente.

Lo que sostiene el trabajo de los acompañantes en nuestro marco institucional es la coordinación y supervisión semanal a cargo de un profesional de la misma.

 

 

Guillermo J. Altomano
Silvia M. Azpillaga

Centro de Psicología Clínica, Laboral y Forense

 

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