Notas y Publicaciones

Cuestiones de infancia

Los padres soportan mal el ver sufrir a sus hijos, verlos exponerse a sufrir el menor daño, resulta intolerable. No están preparados para ello. Querrían que sus niños no sufrieran decepciones, rechazos o que agredan, desean que actúen como cuando se tiene experiencia. Esperan que los niños estén siempre contentos con la vida que les dan en su hogar.

 

Cuando expresan un sufrimiento a través del llanto, los gritos o un síntoma, a los padres se les hace difícil dimensionar el acontecimiento, que puede ser hipervalorado o subestimado.

 

La infancia, lejos de ser el limbo, es un tiempo de transformaciones progresivas, tanto del cuerpo como del psiquismo.

 

Hacia los seis meses, los primeros dientes. De los seis a los diez, el destete. De los quince a los dieciocho meses, la marcha. Entre los tres y cuatro años, los primeros contactos sociales. Entre los cinco y los siete, el ingreso a la cultura a través de la escolaridad sistematizada, y siguen...

 

¿Cómo no enfermar en el intento de crecer? ¿Algunos trastornos en la infancia son normales? ¿Cuándo consultar?

Durante el crecimiento pueden presentarse situaciones que preocupan a los padres, algunos de estos trastornos pueden ser temporales y desaparecen por sí solos en un tiempo corto (por ejemplo terrores nocturnos, episodios de enuresis, negativa a comer).

 

En otros casos, cuando las dificultades se mantienen en el tiempo y el clima familiar en relación a lo que acontece en el niño es fuente de tensión, angustia o sufrimiento, tanto para él como para sus padres, se hace necesaria la consulta a un psicoanalista especializado en niños.

 

Para tener en cuenta:

  • Los niños no tienen siempre los mismos deseos que sus padres. Esta diferencia, a veces no reconocida, en ocasiones es generadora de conflictos.
  • El niño adquiere el sentimiento de seguridad en sí mismo, si todos los días se le da la libertad para correr ciertos riesgos a su medida, velando sí, para que no resulten traumatizantes; libertad para elegir lo que les gusta, rechazar lo que no, para establecer sus ritmos y sus juegos. Pero esta libertad quedará delimitada por el comienzo de la libertad de los otros y sobre todo si entorpece la de sus padres, hermanos o pares.
  • Respetar al niño en sus sufrimientos es reconocerles el derecho a expresarlo en sus distintas formas, como angustia, tristeza o dolor.
  • Amarlos en sus fracasos, reconociéndolos como una oportunidad de crecimiento tanto para él, como para sus padres. De este modo la posibilidad de fracaso quedará integrada como algo inherente al ser humano y no solo como una amenaza siempre por venir...

 

 

Lic. Mirian Britez Ibarra

Centro de Psicología Clínica, Laboral y Forense

 

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