Notas y Publicaciones
El divorcio y los hijos
Cuando una pareja llega a la instancia del divorcio, bastante
tiempo atrás, todos los integrantes de la familia estuvieron
atravesando una crisis.
El cómo se llega al momento del divorcio, tiene mucho
que ver con lo que suceda después. La actitud de cuidado
o no hacia los hijos ya se puso en juego durante toda esa
etapa previa.
El dolor por el que tanto los padres como los hijos atraviesan
con un divorcio, es inevitable así como resulta inevitable
que en la vida de todo ser humano haya momentos de pérdida
y dolor.
¿Cómo puede ser el proceso en los chicos?
Si fueron cuidados y no formaron parte del conflicto, siendo
testigos de violencia y peleas o siendo utilizados dentro
del conflicto mismo, es muy probable que estos padres tengan
en el momento del divorcio una actitud similar, donde prevalezca
el preservar todo lo posible a los hijos.
Pero a pesar de todo hay sentimientos que suelen movilizarse
en los niños, que si bien no podemos generalizar, suelen
ser frecuentes.
Uno de ellos es el “sentirse culpable o responsable”,
como si hubieran hecho algo malo, para que esto suceda, a
veces aparece la fantasía de repararlo, entonces se
proponen lograr que los padres vuelvan a estar juntos.
También es común el sentimiento de rabia o enojo
que se puede manifestar con síntomas físicos
como dolores de cabeza, diarrea, con insomnio o problemas
de conducta. El enojo muchas veces se dirige a uno de los
padres como culpándolo por la situación, sobretodo
si sabe o cree que es quien planteó el divorcio.
La tristeza o el desgano también suelen ser una forma
de expresión de los sentimientos en esta situación.
En realidad, todas estas son las reacciones que solemos tener
tanto los adultos como los niños, frente a las pérdidas
y los duelos, en las primeras etapas.
Es importante permitir estas manifestaciones, acompañarlas
y contenerlas lo cual implica si son exageradas, poner límites.
Es necesario, aclarar, explicar aquello que pueda quedar confuso,
tratando de favorecer que puedan preguntar y hablar de sus
temores.
Además del duelo por la pérdida, lo que debe
enfrentar el niño es la adaptación a la nueva
situación, lo que le genera, inseguridad, incertidumbre
y miedos.
En este sentido sería preferible evitar más
cambios de los que la propia situación plantea, por
ejemplo mantener la misma escuela, que los hermanos vivan
juntos. Es importante que sepan en qué van a consistir
esos cambios, cuáles van a ser los días que
van a estar con cada uno de los padres y tratar de que sin
rigideces se cumpla lo acordado, escuchando a su vez si el
niño tiene algo que decir respecto a esos acuerdos.
También es importante que tengan libertad de comunicarse
con ambos padres con un fácil acceso, en el momento
en que lo necesiten.
Es muy tranquilizador para los chicos, ver que aunque sus
padres se separen como pareja, siguen en su función
de padres, que no va a ser abandonado y que él no tiene
que optar por ninguno de los dos.
Respecto a los vínculos familiares, con abuelos, tíos
y primos es aconsejable explicarle que aun cuando cambien
algunas costumbres en la forma de verlos, van a seguir siendo
su familia y formando parte de sus afectos.
Con el tiempo, como sucede con todos los duelos, desaparecen
los sentimientos de los primeros momentos y quedará
sí como un hecho doloroso, pero también va a
quedar el aprendizaje de un proceso de los que seguramente
va a tener que enfrentar más de una vez a lo largo
de su vida.
Queda claro, que es función de los padres y depende
de ellos, no agregar sufrimientos a los que son de por sí
inevitables.
Lic. Silvana Santoro
Centro de Psicología Clínica, Laboral y Forense
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