Notas y Publicaciones

Adolescentes - La difícil tarea de poner límites

Esta etapa nos pone a prueba como padres, y si queremos ser respetados por nuestros hijos, debemos permanentemente replantear las pautas que establecemos y preguntarnos si son las más adecuadas para esa situación en ese momento de la vida.

 

Para el adolescente es una ayuda poder librar sus batallas en el ámbito del hogar. Si bien el cariño, la comprensión, el respeto y el cuidado por su integridad psicofísica son fundamentales, también lo es que seamos lo suficientemente fuertes a la hora de poner límites, lo cual será finalmente reconocido por ellos.

 

Gran parte de sus protestas y rebeliones en nuestra contra están dirigidas en realidad contra ellos mismos. Lo que hacen es pedirnos apoyo o bien, son intentos de ponerse a prueba y reafirmarse. La intensidad de esta etapa de rebelión es diferente en cada adolescente, pero es necesario que sean capaces de auto cuestionarse y cuestionar el entorno, para pasar de ser un adolescente a ser un adulto con una personalidad lo suficientemente consolidada. En relación con esta autoafirmación, es que podemos observar en ellos conductas de egoísmo, descortesía y desconsideración. Es clave saber como manejarnos ante estas actitudes, sin una rigidez exagerada.

 

Es un elemento imprescindible tener claras nuestras motivaciones cuando debemos marcar pautas o poner límites, así como hacerles saber cual ha sido el criterio que adoptamos para el “no” y que el mismo apunta a beneficiarlo y protegerlo. Puede ocurrir que una pauta determinada sea duramente resistida. Resulta conveniente que nos replanteemos y consideremos por qué motivo la establecimos.

 

Muchas veces el “no te permito hacer tal cosa o ir a tal lugar por tu seguridad”, se fundamenta en nuestra “inseguridad”, sin poder ver que ya está capacitado para hacerlo.

 

En nuestro hijo adolescente conviven junto con el rebelde que lo puede todo y que odia ser sobreprotegido, y otro que desearía permanecer en la niñez y aferrarse a los cuidados de los padres. Debemos estimular la parte adulta de nuestros hijos y aprender a reconocer nuestras partes de “niños temerosos”.

 

 

Lic. Silvana Santoro
Lic. Olga Fernández

Centro de Psicología Clínica, Laboral y Forense

 

 

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