Notas y Publicaciones

LA PAREJA: Cuando la violencia es un modo de relación

Cuando hablo de modo de relación violenta, no me estoy refiriendo tan solo a la violencia física. Es decir, que la violencia se puede manifestar de diversas formas.

 

Suelen ser relaciones “muy apasionadas” en donde la agresividad, permite generar un vínculo mucho más fuerte que aunque es generador de malestar se podría decir que es un condimento necesario sin el cual el otro o la relación misma carecería de interés. Es como una forma de meterse adentro del otro logrando un contacto permanente e intenso .Quizás mucho más fuerte del que se podría lograr a partir del amor y la ternura.

 

Si bien uno de los miembros puede aparecer en forma manifiesta como agresivo o violento, del otro lado suele haber provocaciones inconcientes. También suele suceder, que se alternen los roles. Esto implica que este es un juego que se juega de a dos, con un acuerdo inconciente de ambos participantes.

 

Esta es la causa por la cual y a pesar del malestar, estos vínculos tienden a perdurar y si se produce un distanciamiento, se suele volver, creyendo que esta vez, las cosas pueden cambiar, cuando en realidad se vuelve a buscar más de lo mismo.

 

Comentaba anteriormente que no solo se da la violencia física, incluso la misma puede no existir. Puntualizando, estas pueden ser algunas de las posibles manifestaciones:


- Generar discusiones permanentes y por cualquier causa
- Desvalorizar o denigrar al otro en forma manifiesta o indirecta
- Escenas de celos y demostración de posesividad y desconfianza
- Infidelidades “dedicadas inconcientemente al otro”, logrando que de alguna forma lo llegue a saber.
- Planteo periódico de dudas respecto al “amor hacia el otro”
- Desatenciones o amenazas de separación recurrentes

 

El trabajo terapéutico con este tipo de parejas, no garantiza que puedan abandonar esta modalidad. El buen pronóstico depende de la plasticidad de la misma que le permita asumir cambios abandonando las formas “ya conocidas “ para construir otras, donde haya más armonía, menos posesividad, donde también se pueda poner pasión en otros aspectos de la vida de cada uno permitiendo el desarrollo de las individualidades. Básicamente dejando modos infantiles de vincularse para dar paso a vínculos adultos.

 

Puede suceder, que solo uno de los miembros esté dispuesto al cambio, con lo cual la separación será un hecho ya que se rompería la “alianza inconciente” y como ya dije, este modo solo se sostiene de a dos.

 

Diría que es casi imprescindible el abordaje psicoterapéutico para el trabajo y la elaboración de la modalidad que cada uno lleva a la pareja y que los hace construir un tipo de dinámica generalmente aprendida desde sus vínculos familiares primarios.
Se puede pensar que la separación es la solución. Si bien en algunos casos es el único recurso posible, lo más probable es que si no media un trabajo terapéutico se vuelva a repetir en otra pareja, una modalidad relacional similar. Sucede también en muchos casos que aunque se separen, hagan perdurar la relación de padecimiento y goce a través de lo que tienen en común que es la crianza y educación de los hijos o bienes que puedan tener también en común.

 

 

Lic. Silvana Santoro

Centro de Psicología Clínica, Laboral y Forense

 

 

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