Notas y Publicaciones
Déficit atencional (déficit ¿de quién?)
Es cada vez mayor el pedido de consulta psicológica
por niños que tienen dificultades en la atención,
generalmente asociado con una conducta de hiperactividad e
impulsividad.
Suelen ser enviados por la escuela.
En nuestro país entre el 5 y el 10% de la población
escolar tiene esta problemática.
Antes de que se utilizara el Manual Diagnóstico y Estadístico
de los Trastornos Mentales, que crea la clasificación
de Déficit Atencional, los chicos con estas dificultades
eran diagnosticados como hiperkinéticos. Es cierto
que hay más chicos con este síndrome, es inevitable
reconocerlo, pero es también una grave simplificación,
creer que en todos los casos las causas son las mismas.
Hay una tendencia a “globalizar” y “encasillar”,
con el riesgo de perder de vista lo individual. Otro riesgo
que conlleva esta “globalización” es el
de la prescripción de Psicofármacos en forma
indiscriminada.
Algunos profesionales sostienen que es una enfermedad biológica
y proponen la “cura” con Psicofármacos
y Psicoterapia conductual. La medicación más
utilizada es la Ritalina.
CARACTERISTICAS DEL CUADRO
La descripción fenomenológica de los chicos
que presentan este cuadro, es la siguiente:
- Se distraen
- Son impulsivos
- Son inquietos (les cuesta quedarse sentados)
- Se aburren rápidamente
- Se enojan cuando se les pone límites
- Hablan mucho y les cuesta escuchar, interrumpiendo permanentemente al que les habla
- Suelen perder sus pertenencias (no cuidan sus cosas)
- Se exponen a riesgos, tienen poca conciencia del peligro (no se cuidan)
- Les cuesta organizarse y planificar
- Tienen dificultad para relacionarse, pueden aislarse o transformarse en líderes negativos
- Les cuesta esperar
- No terminan una actividad y ya pasan a otra
- Son desprolijos
En algunos casos sólo se manifiesta la dificultad
en la atención sin que existan manifestaciones de hiperactividad.
El aumento de la consulta por este síndrome tiene que
ver con el momento histórico, cada época da
lugar a diferentes patologías. Vivimos en una cultura
donde padecemos un exceso de estímulos, hay que prestarle
atención a demasiadas cosas y todo sucede muy rápido.
Todo se lo quiere obtener instantáneamente, el placer
debe ser inmediato pero a la vez fugaz, rápidamente
se pasa a querer otra cosa.
Al niño no se le permite realizar un adecuado proceso
de simbolización (pasar del acto al pensar, a la reflexión,
lo cual, permite usar la palabra o el juego y no una acción
impulsiva).
Por otro lado existe una crisis en la familia como estructura
y de los padres en la función parental (Relacionado
con este tema sugiero remitirse a otras notas publicadas en
este medio 1) Cuando
es preciso ser padres 2) La
cultura y su influencia en los cuadros psicopatológicos.
También se las puede buscar en la página www.cpcba.com.ar
en Notas y Publicaciones).
Resulta importante al hacer un diagnóstico diferencial
de estos niños, y antes de rotularlos, explorar su
mundo psíquico, establecer con claridad si la desatención
se produce sólo en el ámbito escolar o también
en otros, si existen situaciones traumáticas o de duelo
que el niño pueda estar atravesando. Si existen problemas
familiares.
Las situaciones enunciadas puede ser un motivo por el cual
el chico tenga dificultad para concentrarse o prestar atención
(su pensamiento está ocupado por otros o por otras
situaciones).
También puede ser que el niño “no preste
atención” como una forma de expresar la desatención
de la cual es objeto y quiera “llamar la atención”.
En cuanto a la función parental, la falta de límites
por parte de los padres puede dar lugar a esta patología,
dado que al no tenerlos, el chico queda librado a lo pulsional.
El desenfreno, el no poder parar, puede ser la manifestación.
Otra de las variables que se debe tener en cuenta a la hora
de evaluar es la de la Institución escuela ya que la
misma puede tener falencias o no ser la más adecuada
para ese niño.
Por todo lo expuesto no se trata de acallar al chico para
que no moleste (quizás lo que más molesta es
lo que denuncia con su comportamiento).
Si hay un problema biológico “el chico está
enfermo” y los padres pueden tranquilizarse,”no
están implicados”.
Sólo casos muy puntuales, luego de una exhaustiva evaluación,
pueden dar lugar a que se prescriba medicación. La
misma no es inocua, tiene efectos secundarios y puede promover
una conducta adictiva.
El terapeuta debe cuidar de no ser cómplice ni de los
padres que pidan la medicación ni de los mandatos culturales
o sociales que puedan correrlo de su posición y de
su ética.
Equipo de Psicología Infantil
Centro de Psicología Clínica, Laboral y Forense
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